Who Is Their God? When Trump’s Cult Pretends to Love Jesus

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Let’s rip the mask off, because enough is enough, and I’m tired of seeing people walk around pretending that they stand on holy ground while every word they spit and every action they take proves otherwise, and I’m not talking about just minor hypocrisy or human flaws because we all have those, I’m talking about a full-blown cult that dares to scream the name of Jesus while living, breathing, and spreading the exact opposite of everything he ever stood for.

They claim to love Jesus, but their lives show no trace of him. They swear by the Bible, but they twist it to fit their agenda. They shout about faith, yet they live by fear, hate, and division. And here’s the real question that should wake you up: if they hate truth, if they hate love, if they hate compassion, if they hate unity, if they only practice these things in their closed circle of self-worship and exclusion, then who exactly is their god? Because the God of truth, the God of love, the God of justice and compassion — that God is not who they worship.

Their gatherings are not churches, their sermons are not gospel, their so-called “movement” is not Christianity — it is a cult. A white supremacy cult dressed up in the cheap disguise of religion, using the name of Jesus as a prop to justify their hate, their fear, their anger, their greed. They hijack faith like thieves breaking into a sacred temple and then claim ownership over something that was never theirs in the first place.

And let’s not pretend like this is just a small fringe group — no, this is the heartbeat of their entire movement. Their “god” is not the God of mercy but the god of power. Their “god” is not the God of love but the god of domination. Their “god” is not the God of truth but the god of lies. They idolize a man who has broken every commandment, who has never humbled himself before anyone, who has lived for wealth, for lust, for pride, for self-worship, and they kneel before him like he’s a prophet. But here’s the thing: prophets don’t lead you into hate, prophets don’t strip you of compassion, prophets don’t glorify themselves — prophets point you back to God. And he has never once done that.

So let me say this loud and clear for the ones who still hide behind the excuse that this is just politics: no, this is not politics, this is spiritual rot disguised as faith, this is the ugliest form of hypocrisy, this is blasphemy on full display. You can’t scream about Jesus while building walls of hate, while mocking the poor, while rejecting the immigrant, while spreading racism like wildfire, while cheering for violence and chaos, while spitting on everything Jesus lived and died for. If you do that, you’re not worshiping Jesus, you’re worshiping your cult, your tribe, your hate, and your false idols.

And here’s the final truth they don’t want to hear: they are not Christians, they are not disciples of Jesus, they are not soldiers of God. They are a white supremacy cult, and the sooner we call them out for what they are, the sooner their mask comes off and people see them for the frauds they’ve always been.

And to Trump’s supporters, don’t even think about coming here to debate, because you can’t debate with truth when all you have are lies, you can’t debate with love when all you carry is hate, you can’t debate with unity when you worship division. You’re not ready for this conversation because you’re too busy worshiping a man who wouldn’t give you the time of day unless you were waving a check in his face. You look ridiculous defending him, you look laughable trying to twist scripture to protect him, and you look like fools clinging to the delusion that your cult is anything more than a circus of hate.

Love always,
Santiago D.C. Maria
Written by Santiago D.C. Maria
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Spanish Translation

¿Quién es su Dios? Cuando el culto de Trump pretende amar a Jesús

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Arranquemos la máscara, porque ya basta, y estoy cansado de ver a gente caminar fingiendo que se paran en tierra santa cuando cada palabra que escupen y cada acción que toman demuestra lo contrario, y no hablo de simple hipocresía o fallas humanas porque todos las tenemos, hablo de un culto descarado que se atreve a gritar el nombre de Jesús mientras vive, respira y esparce lo opuesto exacto de todo lo que él representó.

Dicen que aman a Jesús, pero sus vidas no muestran ni rastro de él. Juran por la Biblia, pero la retuercen para encajar en su agenda. Gritan sobre la fe, pero viven del miedo, del odio y de la división. Y aquí está la verdadera pregunta que debería despertarte: si odian la verdad, si odian el amor, si odian la compasión, si odian la unidad, si solo practican estas cosas dentro de su pequeño círculo de auto-adoración y exclusión, ¿entonces quién exactamente es su dios? Porque el Dios de la verdad, el Dios del amor, el Dios de la justicia y de la compasión — ese Dios no es el que adoran.

Sus reuniones no son iglesias, sus sermones no son evangelio, su supuesto “movimiento” no es cristianismo — es un culto. Un culto de supremacía blanca disfrazado burdamente de religión, usando el nombre de Jesús como un accesorio barato para justificar su odio, su miedo, su ira, su codicia. Secuestran la fe como ladrones que entran en un templo sagrado y luego reclaman posesión de algo que nunca les perteneció.

Y no nos engañemos pensando que esto es solo un grupo pequeño — no, este es el corazón de todo su movimiento. Su “dios” no es el Dios de la misericordia sino el dios del poder. Su “dios” no es el Dios del amor sino el dios de la dominación. Su “dios” no es el Dios de la verdad sino el dios de la mentira. Idolatran a un hombre que ha roto cada mandamiento, que nunca se ha humillado ante nadie, que ha vivido para la riqueza, para la lujuria, para el orgullo, para la auto-adoración, y se arrodillan ante él como si fuera un profeta. Pero aquí está la realidad: los profetas no te conducen al odio, los profetas no te roban la compasión, los profetas no se glorifican a sí mismos — los profetas te llevan de vuelta a Dios. Y él jamás lo ha hecho.

Así que lo diré alto y claro para quienes todavía se esconden detrás de la excusa de que esto es política: no, esto no es política, esto es podredumbre espiritual disfrazada de fe, esta es la forma más asquerosa de hipocresía, esta es blasfemia en su máxima expresión. No puedes gritar a Jesús mientras construyes muros de odio, mientras te burlas de los pobres, mientras rechazas al inmigrante, mientras esparces racismo como incendio, mientras celebras la violencia y el caos, mientras escupes sobre todo por lo que Jesús vivió y murió. Si haces eso, no estás adorando a Jesús, estás adorando a tu culto, a tu tribu, a tu odio y a tus falsos ídolos.

Y aquí está la verdad final que no quieren escuchar: no son cristianos, no son discípulos de Jesús, no son soldados de Dios. Son un culto de supremacía blanca, y cuanto antes los llamemos por lo que son, antes se les caerá la máscara y la gente los verá como los fraudes que siempre han sido.

Y a los seguidores de Trump, ni se les ocurra venir aquí a debatir, porque no puedes debatir con la verdad cuando todo lo que tienes son mentiras, no puedes debatir con el amor cuando todo lo que llevas es odio, no puedes debatir con la unidad cuando adoras la división. No están listos para esta conversación porque están demasiado ocupados adorando a un hombre que no les daría la hora del día a menos que estuvieran agitando un cheque en su cara. Se ven ridículos defendiéndolo, se ven risibles tratando de torcer la escritura para protegerlo, y se ven como tontos aferrándose a la ilusión de que su culto es algo más que un circo de odio.

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