The New America: A Nation Left Bleeding While a Cult Bathes in Greed

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This is the new America since the cult was elected, this is the America where our veterans who sacrificed their bodies and their sanity for this country now find themselves abandoned, broken, and left to beg God not to let them end up in the streets, this is the America where our elders who spent decades working, building, paying into a system they believed would care for them in return, now find their healthcare slashed, their food stamps cut, their dignity stripped away piece by piece until survival feels like punishment, this is the America where the disabled, people who already live with the burden of limitations no one asked for, are left struggling, crying in silence, hoping their prayers reach a God who still listens because their government doesn’t.

During Trump’s America, homelessness isn’t treated as a tragedy to be solved, it’s treated like a crime to be punished. Think about how sick that is, how twisted it is to watch a country with resources, with wealth, with luxury on every corner, turn its most vulnerable into outcasts simply because their suffering doesn’t fit the narrative of “greatness.” They’ll cage the poor in tents, fine them, move them, harass them, criminalize them — but they won’t feed them, they won’t house them, they won’t heal them. And all the while, the cult that swore loyalty to this man is bathing in stolen money, money siphoned out of programs meant to feed the hungry, care for the veterans, protect the disabled, money drained from the very souls of people who earned it, needed it, depended on it. That blood money fuels their trips, their vacations, their parties, their luxuries, their laughter at the pain of civilians they betrayed.

And make no mistake, this is not politics, this is not “differences in ideology,” this is not “policy disagreements” — this is a regime, this is a cult, this is vengeance dressed in the costume of leadership, this is corruption given power. And it must be called out for what it is. A White House turned into a shrine for hate. A Republican Congress turned into obedient lapdogs for greed. A Supreme Court turned into a weapon against justice. And a militia of personal toy soldiers, brainwashed loyalists, out there playing army in the streets as if their flag-waving cosplay makes them heroes while in reality they are nothing more than pawns, sacrificial pieces on Trump’s chessboard of destruction.

His MAGA loyalists are out here broke, cheering for destruction, clapping for their own oppression, starving for his approval while their wallets stay empty. Ask yourself, where is their money? Where are the promises he made them? Where are the benefits they claimed he delivered? They don’t exist. The only thing they’ve gained is more hate in their hearts, more anger to scream, more lies to defend. They’ve become living proof that you can starve a man, strip him of dignity, leave him in ruin, and as long as you hand him a flag and whisper in his ear that he’s superior, he will still cheer for his own destruction. That’s how cults work.

The veterans bleed, the elders starve, the disabled pray for mercy, the homeless are criminalized — while Trump’s cult clinks glasses on their yachts, boards private planes, and counts their stolen money like dragons hoarding treasure. They attack their own people, mock their own civilians, and call it leadership. They’ve weaponized government against the very people it was meant to serve, and they’ve turned loyalty into a joke. Loyalty to Trump doesn’t put food on the table, loyalty to Trump doesn’t pay the bills, loyalty to Trump doesn’t save the family home from foreclosure — it only feeds him, it only fattens his pockets, it only empowers his cruelty.

This is the new America. A broken America. An America bleeding under the weight of a cult that never cared about the people, never cared about the truth, never cared about freedom, only about power. And if you can’t see it yet, if you still pretend to be blind, then you’re part of the problem.

And to Trump’s supporters — don’t even waste your time coming here thinking you’ll debate this, because there’s no debate with reality. You can’t sit there starving, broke, and used, and still try to convince anyone that your loyalty has brought you anything but humiliation. You’ve worked for free to support hate, racism, and bigotry, even while you sink deeper than the people you mock. You cheer while drowning. You wave flags while begging for crumbs. You worship a man who laughs at you behind closed doors. And you look ridiculous doing it. Truly laughable. A clown show of blind loyalty and self-destruction.

Love always,
Santiago D.C. Maria
Written by Santiago D.C. Maria
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#WakeUpAmerica #EndTheCult #NoMoreLies #VeteransDeserveBetter #ProtectTheVulnerable #DownWithTrump #StopTheMadness #TruthOverTyranny #NoJusticeNoPeace #ExposingTheFraud

Spanish Translation

La Nueva América: Una Nación Sangrando Mientras Un Culto Se Baña en Avaricia

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Esta es la nueva América desde que el culto fue elegido, esta es la América donde nuestros veteranos que sacrificaron sus cuerpos y su cordura por este país ahora se encuentran abandonados, rotos y suplicando a Dios que no los deje terminar en las calles, esta es la América donde nuestros ancianos que pasaron décadas trabajando, construyendo, aportando a un sistema que les prometió cuidado, ahora ven su atención médica recortada, sus estampillas de comida reducidas, su dignidad arrancada pedazo por pedazo hasta que sobrevivir se siente como un castigo, esta es la América donde los discapacitados, personas que ya viven con cargas que nunca eligieron, son dejados luchando, llorando en silencio, esperando que sus oraciones lleguen a un Dios que todavía escucha porque su gobierno no lo hace.

Durante la América de Trump, la falta de vivienda no se trata como una tragedia que resolver, se trata como un crimen que castigar. Piensa en lo enfermo que es, en lo retorcido que es ver a un país con recursos, con riqueza, con lujo en cada esquina, convertir a sus más vulnerables en marginados simplemente porque su sufrimiento no encaja en la narrativa de la “grandeza.” Los encierran en tiendas de campaña, los multan, los desplazan, los hostigan, los criminalizan — pero no los alimentan, no los alojan, no los sanan. Y mientras tanto, el culto que juró lealtad a este hombre se baña en dinero robado, dinero extraído de programas destinados a alimentar al hambriento, cuidar al veterano, proteger al discapacitado, dinero drenado del alma misma de personas que lo ganaron, lo necesitaron, lo dependieron. Ese dinero ensangrentado financia sus viajes, sus vacaciones, sus fiestas, sus lujos, sus carcajadas sobre el dolor de los civiles que traicionaron.

Y que no se confunda, esto no es política, esto no es “diferencias de ideología,” esto no es “desacuerdos de políticas” — esto es un régimen, esto es un culto, esto es venganza disfrazada de liderazgo, esto es corrupción en el poder. Y hay que llamarlo por lo que es. Una Casa Blanca convertida en santuario del odio. Un Congreso Republicano convertido en perros obedientes de la avaricia. Una Corte Suprema convertida en arma contra la justicia. Y una milicia de soldados de juguete, leales y adoctrinados, jugando a la guerra en las calles como si su cosplay con banderas los hiciera héroes cuando en realidad no son más que peones, piezas sacrificables en el tablero de destrucción de Trump.

Sus leales MAGA están allá afuera, arruinados, aplaudiendo la destrucción, vitoreando su propia opresión, muriéndose de hambre por su aprobación mientras sus bolsillos siguen vacíos. Pregúntate, ¿dónde está su dinero? ¿Dónde están las promesas que les hizo? ¿Dónde están los beneficios que juraron que entregó? No existen. Lo único que han ganado es más odio en el corazón, más ira para gritar, más mentiras para defender. Se han convertido en prueba viviente de que puedes matar de hambre a un hombre, quitarle la dignidad, dejarlo en ruinas, y mientras le entregues una bandera y le susurres al oído que es superior, todavía celebrará su propia destrucción. Así funcionan los cultos.

Los veteranos sangran, los ancianos pasan hambre, los discapacitados ruegan por misericordia, los sin techo son criminalizados — mientras el culto de Trump brinda con copas en sus yates, aborda aviones privados y cuenta su dinero robado como dragones acumulando tesoros. Atacan a su propia gente, se burlan de sus propios civiles y lo llaman liderazgo. Han convertido al gobierno en un arma contra el pueblo al que debía servir, y han transformado la lealtad en una broma. La lealtad a Trump no pone comida en la mesa, la lealtad a Trump no paga las cuentas, la lealtad a Trump no salva la casa familiar de la ejecución hipotecaria — solo lo alimenta a él, solo engorda sus bolsillos, solo fortalece su crueldad.

Esta es la nueva América. Una América rota. Una América que sangra bajo el peso de un culto que nunca se preocupó por la gente, nunca se preocupó por la verdad, nunca se preocupó por la libertad, solo por el poder. Y si aún no lo ves, si todavía finges estar ciego, entonces eres parte del problema.

Y a los seguidores de Trump — ni pierdan el tiempo viniendo aquí a querer debatir, porque no hay debate con la realidad. No pueden sentarse ahí, hambrientos, arruinados y usados, y aún tratar de convencer a alguien de que su lealtad les ha traído otra cosa que no sea humillación. Han trabajado gratis para apoyar el odio, el racismo y la intolerancia, incluso mientras se hunden peor que aquellos a quienes desprecian. Celebran mientras se ahogan. Agitan banderas mientras mendigan migajas. Adoran a un hombre que se ríe de ustedes a puertas cerradas. Y se ven ridículos haciéndolo. Realmente risibles. Un circo de lealtad ciega y autodestrucción.

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